martes, 28 de julio de 2015

Nicklas Luhmann, los sistemas y las personas.

No tuve malas notas mientras me licenciaba en Ciencias Políticas y Sociología. Es más, creo que aproveché el tiempo y la oportunidad que la universidad me dio. De hecho, algunas de las cosas que allí aprendí han sido esenciales en mi vida y lo siguen siendo.

Y no me refiero solo al hábito de investigar, leer, fundamentar, buscar referencias,... que es importante por si solo. También conocí pensadores y teorías que me dieron una determinada manera de ver el mundo. Berger y Luckman y su libro "La construcción social de la realidad"Ron Harré y "El ser social"; Erving Goffman con obras como "La presentación de la persona en la vida cotidiana", "Internados", "Estigma" o "Relaciones en público". Allí conocí la teoría general de sistemas de Ludwig von Bertalanfly y su translación a la sociología de Walter Buckley.

Sin embargo, eso no me quita la sensación de que podría haberle sacado aún más partido. Así, por ejemplo, Max Weber y Talcott Parsons fueron autores que estudié pero que no leí hasta una vez finalizados los estudios. Antes eran demasiado "conservadores" para los territorios ideológicos en los que vivía por aquel entonces. Y otros corrieron peor suerte. Por ejemplo, Niklas Lehmann, discípulo precisamente de Parsons y que centro se trabajo en la elaboración de una teoría general de los sistemas sociales. Su polémica con Jürgen Habermas, vinculada a la Escuela de Frankfurt, lo hacía un autor poco apetecible. Para muchos universitarios de aquella época cualquiera que discutiera con Habermas "necesariamente" tenía que estar equivocado.

El caso es que uno va creciendo y adquiriendo una visión diferente de la vida. No digo mejor o peor, diferente. Ya veis que soy bastante comprensivo conmigo mismo (y trato de serlo también con los demás). Al fin y al cabo en cada momento hice y creí en lo que consideraba que era mejor para mi y para la sociedad en que vivo.

A lo que iba, desde hace unos años utilizo el enfoque sistémico para trabajar con equipos y organizaciones. Y eso me ha hecho revisar a Luhmann. En concreto, me he acercado a él con el libro "Sociedad y sistema: la ambición de la teoría" (Ed. Paidós). Es un libro pequeño que extracta algunas de sus ideas centrales, aunque lo mejor me ha parecido la introducción de Ignacio Izuzquiza. Así que voy a basarme en ella para subrayar algunas de las principales aportaciones de Luhmann.


La teoría de sistemas clásica (Ludwig von Bertalanffy) plantea que el sistema se define siempre respecto a un determinado entorno. Lehmann, en cambio, plantea una teoría de los sistemas autorreferentes, en los que "el sistema incluye en su misma constitución la diferencia respecto a su entorno y solo puede entenderse como tal desde esa diferencia". Posteriormente define al sistema como autorreferente y autopoiético, incorporando la teoría de la autopoiesis, de Maturana y Varela. Esto tiene una consecuencia significativa en relación con el concepto de observación, ya que "no hay nunca observación neutral que no se encuentre dirigida por una diferencia o por un conjunto de diferencias".

Interesante es también su planteamiento de que todo aquello que puede considerarse como una unidad lo es en tanto "unidad de diferencias". Sin diferencia no puede existir relación, unidad, complejidad, sistema, observación. En una lectura personal más aplicada, su enfoque conecta con la idea de que una persona, un equipo, una organización, solo puede entenderse en la relación con los otros, una relación que implica diferencia. Mirarlos de forma aislada nos hace perder la perspectiva del sistema social de que forman parte y contribuye a definirlos.

Me ha interesado también la importancia que da Luhmann a la paradoja. De hecho, como comenta Izuzquiza, "la observación, la diferencia, la autorreferencia llevan directamente a la paradoja". Lehmann la considera, en su modo creativo, "un destino inexcusable de toda teoría radical, que pretenda describir la sociedad moderna".

Quizás la aportación más desafiante y polémica de Lehmann sea su concepción de la sociedad como sistema autorreferente y autopoiético que se compone de comunicaciones. Pero lo radical de su planteamiento es que, en su perspectiva, "la sociedad no está compuesta de seres humanos, sino de comunicaciones". Las personas son el entorno de la sociedad, no componentes de la misma. "Los seres humanos -que son sistemas autorreferentes que tienen en la conciencia y en el lenguaje su propio modo de operación autopoiética- son el entorno de la sociedad, no componentes de la misma. Evidentemente, la sociedad supone a los hombres, pero no a modo de inclusión en ella, sino como su entorno". Eso no implica que no de valor a las personas, pero las entiende a modo de la relación de un  sistema y su entorno. Una relación que alcanza altos niveles de complejidad.

En cierta forma, Lehmann lleva al límite la idea de que en un sistema lo fundamental son los nexos, las conexiones, las relaciones entre los elementos que lo componen, más que los elementos en sí mismo. Un autor difícil de leer por lo abstracto de su planteamiento, derivado de su pretensión de construir un teoría general capaz de explicar la sociedad en su conjunto. En todo caso, te remueve las ideas preestablecidas, lo cual siempre es de agradecer.

Ahora un poco de novela negra para que se note que es verano.

domingo, 12 de julio de 2015

Gunthard Weber (y 2): constelaciones que no lo son, intervenciones sistémicas y el lugar del facilitador

Ayer noche Bob Dylan tocó en directo en San Sebastián. Según me cuenta mi amigo Paco, que acudió presto a escucharle a la plaza de toros de Illumbe, eso fue lo que hizo literalmente. Ni un hola, ni un adiós, ni un comentario, ni la más mínima relación con el público que no pasara por sus canciones.

Hace unos años tuve oportunidad de escuchar en Bilbao a otro de los grandes de la música, Van Morrison. Y más de lo mismo. Salvando una buena bronca que le echó en pleno escenario a uno de sus músicos, ni una palabra dirigida al público entregado que le fue a escuchar.

Lo de Guntard Weber no es la música sino la consultoria y la psicoterapia, aunque incluso nos cantó en más de una ocasión. También supera los 70, como los dos primeros. Y, al igual que ellos en la música, es el pionero de un estilo de trabajo en las organizaciones utilizando las constelaciones. Sin embargo, su actitud, su manera de estar no puede ser más opuesta. En continua interacción con quienes le escuchábamos, nos hizo sentir especiales. Cuidados y respetados. Fue un placer experimentar su inmensa humanidad, más allá de la "música" que tocaba, y mira que toca bien. Su sabiduría se hizo mucho más grande con su humildad.

En el anterior post daba algunas pinceladas de la primera jornada del taller que ha impartido en Bilbao de la mano de Emana. Continúo con ideas que me llegaron de la segunda y última.

Gunthard, que impartió en taller en alemán con una extraordinaria traducción consecutiva al castellano, nos explicó que la palabra que denomina a las constelaciones en ese idioma (el primero en que se definieron como concepto) significa "poner en el espacio". Fue en su traducción al inglés cuando se utilizó "constelation" y a continuación en castellano, adoptando la referencia inglesa, en lugar del original alemán. Total, que hemos acabado con un termino con connotaciones exotéricas para un concepto mucho más fenomenológico, descriptivo de lo que se hace cuando "constelamos": colocar a elementos en el espacio, generando una configuración espacial de la imagen que tiene el cliente del asunto que quiere trabajar.

También me pareció clave, especialmente viniendo de la persona que inició la utilización de las constelaciones en la organizaciones, su diferenciación clara entre enfoque sistémico y constelaciones. Para Weber, las constelaciones en sí mismas no son sistémicas. Son un instrumento que se puede usar desde un enfoque sistémico o no. En concreto, para él, la forma en que Hellinger las utiliza no refleja un planteamiento sistémico.

La teoría sistémica, abundó, trata de las relaciones de los elementos del sistema y su reciprocidad. De patrones que se repiten, de procesos circulares recurrentes en el sistema. El contructivismo le añadió la referencia al observador. Las cosa son como las observamos, no las observamos como son. Desde ese marco teórico se fue desarrollando la terapia sistémica y la consultoría sistémica. Autores como Maturana y Varela, Bateson, Luhmann, la escuela de Palo Alto, la de la terapia familiar de Milan,.... Son un conjunto amplio de desarrollos teóricos y meteorológicos que caracterizan la manera de intervenir sistémica. Y desde ella se pueden utilizar las constelaciones o no, es decir, hay intervenciones sistémicas sin utilizar la herramienta de las constelaciones. Y, a su vez, utilizar una constelación no es en sí mismo indicativo alguno de que el facilitador esté trabajando desde un enfoque sistémico.

Más allá de sus palabras, resultó muy instructiva la manera de estar de Weber cuando trabajaba con los clientes que trajeron casos al taller. Sin embargo, también las palabras que utilizó para explicarlo fueron clarificadoras: es necesario centrarse siempre en la pregunta que el cliente ha planteado, en lo que es su interés. El facilitador tiene que vigilar su curiosidad, que le puede llevar a explorar caminos que no aportan a la pregunta que el cliente ha planteado. Así mismo, hay que estar atento a no inventarse nuevas preguntas, nuevos problemas, que el cliente no ha formulado. Como diría Georg Senoner, bastante problema tiene ya el cliente como para que nosotros le planteemos otros nuevos.

Subrayó la importancia de sentir amor, al menos simpatía por el cliente. Mirarlo en su singularidad, en lo que tiene de único. Centrarnos en lo que hay en él que está esperando para realizarse, para desarrollarse. Esa actitud sincera y sentida, fortalece al cliente y le hace sentirse reconocido y, desde ahí, puede llegar a abrir su alma.

Así mismo, cuando el facilitador aconseja ha de tener cuidado de no posicionarse demasiado al lado de los cambios. Inclinarse en exceso en esa dirección puede llevar al cliente, en una reacción muy sistémica, a rechazar con más fuerza los cambios. Siempre hay que preguntarse si es el momento de los cambios o hay que esperar aún un poco. Y en ese marco, dar un mensaje explícito de respeto y de aceptación a que el cliente se quede donde está.

Cuando sientes que tiene que esforzarte mucho para provocar el cambio ten cuidado, eso es ya una señal de que quieres algo diferente a lo que quiere el cliente. Y será una buena idea volverte a preguntar a ti mismo qué es lo que quiere el cliente.

Ojalá María Carrascal (Emana) consiga otro de sus milagros y logre que Gunthard Weber vuelva de nuevo el próximo año. Mientras tanto, reserva en tu agenda los días 9 y 10 de octubre (Jan Jacob Stan) y 6-7 de noviembre (Anton de Kron)

viernes, 10 de julio de 2015

Gunthard Weber: ¿cuál es tu pregunta? ¿qué lugar ocupas? ¿es el lugar que te corresponde ocupar?

Las lecturas sobre temas profesionales las lleno de subrayados. Y cada vez que releo algo varios años después me pregunto ¿cómo pude subrayar esta tontería y no hacerlo con esta frase que es central?

Con los años he ido comprendiendo que el que lee no es el mismo unos años después y cuando leemos, cuando escuchamos, cuando percibimos lo hacemos desde el tamiz del momento en que vivimos. Lo que entonces era para mi clave hoy ha pasado a ser casi una obviedad. En cambio, ahora encuentro un matiz que en su momento me paso totalmente desapercibido.

Hoy he estado en la primera de las jornadas del taller de Gunthard Weber en Bilbao, organizado por EMANA.  Me acerco a subrayar algunas de las ideas que más me han resonado desde esa limitación tan humana. No es lo más importante que ha dicho Weber sino lo que hoy me ha inspirado de alguna manera.

Gunthard Weber nación en Alemania en 1940. Médico psiquiatra, en 1984 fundó la Asociación Internacional de Terapia Sistémica. Posteriormente creó el Grupo de Trabajo Internacional "Soluciones sistémicas según Bert Hellinger". Se le considera el pionero del uso de la herramienta de las constelaciones en el entorno empresarial. El mismo subraya su doble vertiente terapéutica y organizacional. Una maravilla poderlo escuchar en Bilbao ¡¡¡¡gracias María Carrascal!!!!

El taller de estos dos días se centra en las empresas familiares, ejemplo paradigmático de la interconexión entre las dinámicas sistémicas familiares y las dinámicas sistémicas organizacionales. Weber ha ido salpicando la jornada de reflexiones más personales junto con casos reales traídos por las más de 40 personas participantes.

Su propia presencia es merecedora de ser vista y compartida. La forma serena con la que entrevista al cliente. Su capacidad para mostrar humanidad, incluso cuando confrontaba lo que el cliente planteaba, es extraordinaria. No he podido evitar pensar lo que una persona de 75 años puede aportar en una sociedad que idolatra los atributos de la juventud y se permite llevar al baúl de los recuerdos a personas con una experiencia y un saber hacer impresionantes.

También me ha llamado la atención su acento "terapéutico". Busca dar una solución a su cliente. Al menos ponerle en un camino significativo para él. Interviene de manera clara en la propia constelación, dejándose guiar por su intuición y por las hipótesis que maneja. Y lo hace hasta el punto que algún participante le ha cuestionado esa forma de hacer frente a otras menos "intrusivas". Weber ha indicado que para él el criterio de éxito es la utilidad para el cliente no el juicio de otros colegas. Reconoce que su forma de hacer es eso, su forma de hacer. Respeta las que tienen otros profesionales pero esa es la suya y considera que les es útil a sus clientes. 

Viéndole trabajar, de nuevo he visto la trascendencia de que el cliente exprese en una pregunta lo que quiere trabajar. Citando a Hellinger ha afirmado que un cliente debería ser capaz de expresar en tres frases la pregunta que le gustaría resolver. Sin una pregunta clara el proceso no puede encontrar un ritmo efectivo. Y la mera búsqueda de esa pregunta ya es en muchos casos una intervención significativa. Su manejo de la entrevista inicial pivota en torno a la expresión de esa pregunta y el grado de importancia para el cliente de la misma.

El otro tema que de nuevo he vivido con intensidad es la importancia de ocupar "el lugar" que te corresponde en el sistema familiar, en el sistema organizacional. La falta de claridad sobre el lugar que se ocupa, el solapamiento del lugar de un sistema en el otro, la ocupación de lugares que no son los tuyos, la transición de un lugar a otro.... son elemento habitual en prácticamente cualquier organización, a la vez que fuente de dificultad y dolor.  

Y mañana más.