El
coaching es una metodología orientada a facilitar que cada persona alcance su
mayor potencial. Iniciada en el deporte, pronto dio el salto al ámbito
empresarial donde es utilizada con profusión especialmente para el desarrollo
de equipos y de personas en puestos de liderazgo.
Una
característica clave y diferenciadora del coaching es que se enfoca en ayudar a
que la persona encuentre sus propias respuestas, en lugar de decirle lo que
debe hacer. Esta aproximación logra un impacto más profundo, dando la
responsabilidad a la persona que recibe el coaching. Una herramienta básica del
coaching es la pregunta abierta. Un tipo de pregunta que provoca la reflexión,
que hace que la persona que la recibe se coloque en otro lugar, vea la
situación, el problema o el tema que le preocupa desde otra perspectiva.
El
coach político no es un consultor o un asesor político, no sugiere ni plantea
estrategias políticas. Su terreno tampoco es el de la comunicación o el marketing
político, no trabaja sobre los medios para difundir los mensajes.
¿Qué
aporta entonces el coaching en el ámbito político? El enfoque central del
coaching político lo constituye la persona que está en política. No se dirige
tanto al rol de político que esa persona desempeña, sino al ser humano que en
un momento determinado, más o menos largo, ejerce en el ámbito de la política.
El
ejercicio de la política es un ejercicio arriesgado, expuesto al
cuestionamiento público; con un nivel de dedicación que impacta en la vida
personal de manera clara; con un alto nivel de competitividad también entre los
que son compañeros; rodeado de presiones que hacen de la urgencia el eje de
cada día;… En ese contexto, la persona que está en política no está exenta de sufrimiento.
Un sufrimiento que no suele encontrar lugar donde compartirse. El coaching
ofrece la oportunidad de reflexionar sobre ello y buscar otra forma de entender
lo que ocurre, una forma que ayude al ejercicio de la política sin sacrificar a
la persona. Una forma que convierta la dificultad en aprendizaje personal,
profesional y político.
Desde
este lugar, el coaching contribuye a dotar de mayor capacidad para entender y
vivir la política sin necesidad de refugiarse en el cinismo o en la huida.
Fortalecer a las personas para que puedan defender sus ideales en un entorno
complejo y turbulento podría ser una de las aportaciones del coaching político.
Un
coaching que adquiere matices diferenciados en los primeros momentos en que la
persona entra en la acción política, en la fase posterior a ser elegido como
cargo público o en el momento en que cesa en ese cargo, aunque continúe en
política.
El
coaching político explora cómo se relaciona la persona que lo realiza con sus
valores, con los valores que le llevaron a la acción política. Desde esta
perspectiva, el coaching político es un revulsivo hacia una política centrada
en valores, en el que la integridad y el sentido de lo que se hace adquiere un
valor superior al de la imagen construida para venderse.
Pero
el coaching político también tiene una aplicación en la ciudadanía, haciéndola
reflexionar sobre cómo mira a la política y a los políticos. Preguntándole qué
política puede generar una sociedad que no cree en la política. Poniendo sobre
la mesa las características y complejidades de la acción política, buscando así
una interpretación diferente de lo que la política y los políticos son.
El coaching político, en este sentido, no es una
metodología neutra. Es una metodología que fortalece una manera de hacer
política centrada en valores y basada en el respeto profundo hacia las
personas.